Cuando el interior de un diente se infecta, la presión comienza a acumularse. Los dientes son duros y no pueden expandirse. El aumento de la presión dentro del diente irrita el nervio del diente y causa dolor. Este dolor e infección pueden provocar problemas para morder y masticar, mala nutrición y mala higiene dental. Las infecciones dentales que no se tratan pueden provocar la pérdida de dientes y, si se extienden más allá de la mandíbula, pueden causar problemas graves y, en ocasiones, potencialmente mortales.
La terapia del conducto radicular elimina el dolor y la inflamación de un diente infectado al eliminar la infección y sellar el diente. El procedimiento puede reparar y salvar su diente en lugar de extraerlo.
El hecho de que un diente necesite una terapia de conducto depende de muchos factores, incluida la extensión del daño o la caries en el diente original, su edad y su salud en general. Por ejemplo, es posible que necesite una terapia de conducto si su diente está gravemente dañado y el tratamiento requiere que se coloquen postes estructurales en el diente. La terapia del conducto radicular también puede ser necesaria cuando se prepara un diente para una restauración, como un implante o una corona.
La terapia de conducto consta de muchos pasos. Su procedimiento puede variar del proceso descrito a continuación según su situación específica.
Hay algunas cuestiones a considerar antes de decidirse por la terapia de conducto. Es posible que no se apliquen a su situación específica.
Última actualización: 1/3/2021 • Revisión médica: Thomas J. Greany DDS, 29/12/2020
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